Autorxs
Paula Blanco, Delfina Díaz Gauna, Ignacio Franco, Alejo Nicolás Góngora, Chloé Sanguinetti, Rocío Acevedo, Morena Dominguez, Gonzalo Pallero Pedraglio
Cuento clásico con celular
Tomando la idea de Hernán Casciari que imagina la intromisión de un celular en cuentos clásicos, lxs chicxs tenían que elegir una historia tradicional conocida por ellxs, de esas muy famosas, como Blancanieves, Caperucita Roja, La cenicienta, Barba azul o alguna que les gustara o recordaran especialmente porque se la habían contado muchas veces y, luego, tenían que escribir su propia versión incluyendo la aparición de un celular en el medio de la trama.
La imagen de portada es de Sophie Laggiard, alumna de 2do año.
Caperucita Roja
En un pueblo regido por las redes sociales, vivía una jovencita de quince años bastante conocida por el pueblo. Era un pueblo bastante chico, así que casi todos se conocían entre sí. Pero esa no era la razón por la que conocían a la chica. No, a ella la conocían como Caperucita. Se había puesto ese apodo, haciendo referencia a la caperuza roja que siempre llevaba puesta.
En fin, Caperucita era influencer.
Hacía videos en su casa de contenido variado; a veces cocinaba, otras veces contaba una anécdota, etc. Su principal público era el pueblo, pero también la seguían personas de otros lugares más alejados.
Un día, su madre, le dijo que fuera a llevarle comida a su abuela. La viejita no podía salir, la cuarentena decía que los que estaban en el grupo de riesgo no podían salir de sus casas a menos que pidieran un permiso especial. Caperucita aceptó. Llevaba unas cuantas semanas encerrada y no le iba a venir mal estirar un poco las piernas.
Tomó la canasta que su madre le había preparado, tiró una historia de que iba a salir para darle una canasta a su abuela, se puso el barbijo, y partió. Su mamá le había dicho que fuera por el camino más largo, ya que era el más seguro. Caperucita le había dicho que tomaría su consejo, pero en realidad lo que dijo su madre se le resbaló por la caperuza y quedó en el olvido. Terminó yendo por el camino largo, eso sí, pero no por decisión propia. Ella planeaba ir por el camino corto, porque el barbijo solo duraba noventa minutos, pero por un error del Google Maps, había terminado yendo por la ruta más larga.
Quizá, en otra versión de la historia, el fallo de la aplicación la habría protegido del lobo, pero no en esta. Resulta que en el bosque también había señal, así que el lobo había visto la InstaStory de Caperucita. El lobo, que tenía un Iphone, en vez de usar Google Maps, usó la aplicación de Apple. Para su suerte, esta vez no hubo ningún fallo y pudo llegar a la casa de la abuela antes que Caperucita. Con todo esto del Coronavirus, nadie salía de su casa. Él no tenía ningún problema, ya que la enfermedad no afectaba a los animales, pero si no había nadie afuera, no había nadie para comer, así que esta era la oportunidad perfecta.
Cuando llegó a la casa de la abuela, abrió la puerta de una patada y encerró a la abuela de Caperucita en el armario.
Para ese punto, Caperucita ya se había dado cuenta de que había tomado el camino erróneo, pero le faltaba muy poco para llegar y no tenía sentido buscar otra ruta. Estaba por llegar, cuando le llegó un mensaje de su abuela.
Por muy abuela que fuera, no era tonta. El lobo no sabía que tenía el modo de emergencia activado. Él la había encerrado sin el celular, pero no se había dado cuenta de que la abuela, al ver que el lobo había entrado en su casa, había apretado tres veces el botón de encendido. Eso le enviaba a los contactos seleccionados por el usuario, Caperucita entre ellos, un mensaje de alerta y un audio de lo que estaba pasando.
Caperucita, al escuchar el audio, supo que se trataba del lobo, así que en vez de entrar a la casa de su abuela, fue a buscar al leñador. El hombre vivía cerca de la casa de su abuela, así que no tardó demasiado en encontrarlo. Le mostró el mensaje de la abuela y ambos fueron hasta la casa de la abuela para enfrentar al lobo.
Primero entró Caperucita. Pudo ver al lobo acostado en la cama, vestido con la ropa de su abuela. Se veía muy estúpido, ¿quién podía creerse que esa era su abuela?
—Hola abuela —saludó.
—¿Caperucita? —preguntó el lobo, con una voz forzada.
—Sí, soy yo.
—Pasa, pasa, mi querida nieta.
Caperucita avanzó y dejó la canasta al costado de la cama.
—Abuelita, qué ojos más grandes tienes —dijo ella, fingiendo asombro.
—Son para verte mejor —contestó el lobo.
—Abuelita, qué orejas más grandes que tienes.
—Son para oírte mejor.
—Pero abuelita, qué boca más grande tienes.
—Es para…
Pero no pudo terminar la frase. El leñador, que había entrado sigilosamente mientras Caperucita distraía al lobo, lo partió en dos con su hacha. Caperucita sacó a su abuela en el armario y ella agradeció a su nieta y al leñador, por haberla salvado.
Tuvieron bastante suerte de que ningún policía anduviera cerca, ya que los habría detenido por romper la cuarentena.
Caperucita volvió a su casa sana y salva. Y toda la historia, se convirtió en un #StoryTime para sus seguidores.
Fin.
Caperucita Roja
Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita todo el día se estaba sacando fotos y las mandaba a Instagram. La llamaban Caperucita Roja.
Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el Lobo.-¡Por favor, Caperucita, avisame por celular cuando llegues a la casa de tu abuelita! -Ssíi, mami, dice Caperucita.
Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuela así que le avisó por celu a la Abuela que iba para allá. A ella no le daba miedo el bosque porque tiene amigos así que intentó llamarlos por si podía verlos mientras iba a la casa de su Abuela pero no le contestaron: los pájaros, las ardillas…
De repente le entra una llamada del lobo y ella responde.
-Hola Caperucita – le dice el lobo con su voz ronca.
hola Lobo – le dijo Caperucita.
¡Le dice que para dónde vas?- dijo el Lobo por celular .
Para casa de mi Abuela- dice Caperucita
El lobo le dice no estás lejos-y corta.
Caperucita con miedo puso su cesta en la hierba y empezó a entretenerse agarrando flores. Le voy a mandar una foto a la abuela, se pondrá muy contenta cuando vea el mensaje de que le voy a llevar un ramo de flores, además de los pasteles.
Mientras tanto, el Lobo se fue a casa de la abuelita, y le manda un mensaje a la Abuela haciéndose pasar por Caperucita Roja y la anciana le abre.
Un cazador que pasaba por allí vio que entraba el Lobo a la casa de la Abuela y el cazador llama a Caperucita pero no le atendía.
El lobo había devorado a la Abuela y se puso el gorro rosa, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida mientras veía un video de youtube. La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada. Intento buscar de su galería una foto de su abuela para compararla, pero no tenía.
Mientras que el lobo había buscado en youtube audios con voz de abuela.
-Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
-Son para verte mejor-dijo intentando no equivocarse
-Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
-Son para oírte mejor -siguió diciendo el Lobo.
-Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
-Son para…¡comerte mejoooor!-y diciendo esto, el Lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.
Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del Lobo, decidió mandarle un mensaje a Caperucita pero no respondía así que decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Llamó para pedirle ayuda a un serrador y los dos juntos llegaron al lugar, vieron la puerta de la casa abierta y el Lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.
El cazador sacó su celu para llamar a Caperucita y escucha un celular así que rajó el vientre del Lobo. Y ahí estaban Caperucita casi por atender el celu y la abuela desesperada.
Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el Lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.
En cuanto Caperucita llamó a la madre para que no se asuste contestó el teléfono y le dice- ¡!estas bien!¡- y ella-¡si ma!-después hablamos- le corta.
Caperucita Roja, tenés que aprender una lección le dice la Abuela: , Promete no hablar con ningún desconocido que se encuentre en el camino. De ahora en adelante, me vas tener que mandar un whatsapp para saber cóomo venís, y siempre tener carga en tu celular. Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO…
Caperucita y el celular
Érase una vez una adolescente que siempre llevaba una capa roja con capucha para protegerse del frío. Por eso, todo el mundo la llamaba Caperucita Roja. Caperucita vivía en una casita cerca del bosque. Un día, la mamá de Caperucita le dijo:
– Hija mía, tu abuelita está enferma. Preparé una cesta con tortas y un tarrito de miel para que se la lleves.
-Bueno, ahí voy pero espera porque quiero ver un episodio de mi nueva serie.
– Ok, pero apurate.
Cuando Caperucita se disponía a salir de casa, su mamá, con gesto un poco serio, le hizo una advertencia:
–Tené mucho cuidado, cariño. No te distraigas con el celular mirando instagram,. y no hables con extraños. Sabes que en el bosque vive un lobo y es muy peligroso. Si ves que aparece, llamame o escribime por whatsapp.
Cuando llegó al bosque, la joven comenzó a distraerse contemplando las historias de instagram de sus amigas. De repente, oyó una voz dulce y zalamera.
– ¿A dónde vas, Caperucita?
La adolescente, dando un respingo, se giró y vio que quien le hablaba era un enorme lobo.– Voy a casa de mi abuelita, al otro lado del bosque. Está enferma y le llevo una deliciosa merienda y unas flores para alegrarle el día.
– ¡Oh, eso es estupendo! – dijo el astuto lobo – Yo también vivo por allí. Te echo una carrera a ver quién llega antes. Cada uno iremos por un camino diferente, ¿te parece bien?
La adolescente pensó que era una idea divertida y asintió con la cabeza. No sabía que el lobo había elegido el camino más corto para llegar primero a su destino. Cuando el animal llegó a casa de la abuela, llamó a la puerta.
– ¿Quién es? – gritó la mujer.
– Soy yo, abuelita, tu nieta. Abrime la puerta, abu– dijo el lobo imitando la voz de la niña.
– Pasa, querida mía. La puerta está abierta – contestó la abuela.
El malvado lobo entró en la casa y se come a la abuela.
Dentro de la panza del lobo la abuela le manda un whatsapp a Caperucita, que llame a un leñador. Apenas manda el mensaje, a Caperucita le llega porque estaba usando datos.
Después de un rato largo, un leñador robusto entra a la casa rompiendo la puerta. El lobo asustado empieza a dialogar pero el leñador no dudo y le cortó la panza. De ahí adentro sale la abuela. Después de que Caperucita roja abrazara a la abuela, los tres se sacaron una selfie y se olvidaron de lo que había pasado.
Sin título
Había una vez, en un pueblo muy lejano, una niña que vestía como dama antigua todo el tiempo y de vez en cuando, llevaba una caperuza roja. Esta niña odiaba el mundo moderno y prefería más todo lo antiguo, específicamente hablando, todo lo que rondaba entre finales del siglo 19 y principios del siglo 20. Ella no tenía muchos amigos ni menos amigas las cuales la vivían criticando en Twitter. Igualmente, a ella ni le importaba.
Un día se cansó totalmente de la sociedad en la que vivía y se fugó con destino a la casa de su abuela, la única que la comprendía.
Así que ahí estaba ella caminando alegremente bajo la luz de la luna con un farol de esos antiguos cuando de repente sintió unos pelitos en su espalda… Ella miró para atrás y vio a un lobo gigante que respiraba muy hondo y tenía unos colmillos grandes y afilados y unas garras penetrantes preparadas para matar. Ella inmediatamente salió corriendo desesperada en la oscuridad escuchando detrás suyo las voz de alguien diciendo “¡ESPERA!” “AAAGH”. Luego de unos minutos corriendo sin rumbo decidió sentarse abajo de lo que parecía un árbol a descansar.
A la mañana siguiente decide continuar con su travesía. En una parte del camino se encontró con un muchacho muy rechoncho y oloroso que le por dónde era que quedaba la ciudad de “Buenas Vibras”, ella le dijo que justo ese era su destino también. Así que ellos partieron juntos hacia la dichosa ciudad. Al llegar a esta la niña le preguntó que cuál era su destino y él dijo que era una convención de cómics en donde el debutaríaá con su disfraz de lobo. En ese momento sus caminos se dividieron.
Para ella la ciudad estaba siendo más confusa de lo que pensaba, tenía que fijarse en qué calle estaba todo el tiempo o preguntarle a la gente dónde era su ubicación actual. Luego de un larguísimo viaje consiguió llegar a destino pero ¡OH, SORPRESA!, La casa estaba abandonada, lo que significa que su abuela no estaba ahí y que su viaje fue en vano. Usted, mi querido lector pensará que ella sabía volver pero en realidad no. La ciudad era muy confusa para ella y no tenía manera de hacerle saber a su madre dónde estaba ya que no tenía un celular o al menos el número del de su madre.
Luego de andar deambulando por la ciudad sin saber ni dónde estaba porque se había olvidado el nombre de las calles ni…. De pronto vio que el chico rechoncho estaba acercándose a ella:, – ¿Cómo andas?-, le preguntó. Inmediatamente ella le contó su situación. El, con una cara de angustia y pena le dijo: “Tranquila, usaré mi gps y te llevaré a casa”. Aunque ella no hubiera entendido el contexto de las primeras 5 palabras que dijo, ella estaba feliz porque volvería a casa.
Así que luego de un muy largo viaje consiguieron llegar a casa. Su madre la abrazó al verla volver y no la soltó por casi 10 minutos, inmediatamente después de eso le dio las gracias al amable muchacho y tuvieron una cena en la cual hubo de toda clase de alimentos excepto perdices.
Fin.
Caperucita Roja
Esta es la historia sobre una niña a la cual llamaban Caperucita Roja. La razón de su apodo era el hecho de que siempre usaba una caperuza roja. Vivía con su madre en una casita muy bella y pintoresca. Todas la semanas, le llevaba comida a su abuelita, y para llegar a su casa debía cruzar el bosque. Había dos maneras de llegar al bosque: una era la más rápida y segura, la cual ella conocía. La otra opción era un camino más largo y peligroso, nunca había ido por este camino.
Lógicamente, la madre de Caperucita, siempre le advertía que fuera por el camino más seguro, y ella siempre le hacía caso. Además, últimamente en las noticias salían casos de niños comidos por lobos. Caperucita les tenía mucho miedo, ya que cada vez que prendía el celular le aparecían aquel tipo de noticias sobre estos animales que tanto la asustaban. Aunque siempre escuchaba a los adultos decir que los medios de comunicación muchas veces exageraban, era algo que le había quedado en la mente y no se lo podía sacar. Por suerte, ella se sentía mejor recordando que al tener google maps no se podía perder e ir por el camino incorrecto.
Un día fue a llevarle la comida a su abuela, e hizo lo mismo que todas las semanas. Se levantó por la mañana, agarró la canasta con frutas, pan y agua, se puso su caperuza roja, saludó a su madre, y empezó el trayecto hasta la casa de su abuela. El recorrido lo empezó como siempre, escuchando música, algo que disfrutaba plenamente. Luego, se puso a recoger las pocas flores que había en el camino para darle a su abuela. Estaba muy feliz, ya que le emocionaba mucho la idea de ver a su abuelita, llevarle comida y flores, charlar y hacerle compañía. Además, de paso, siempre la ayudaba a entender cómo se utilizaban algunas funciones del celular.
Como ya se habrán dado cuenta, Caperucita Roja era una niña a la que le encantaba ayudar, pero además era algo ingenua, lo cual a mitad del camino la llevó a un gran peligro.
Cuando estaba en medio de su búsqueda de flores, se encontró con un lobo, éste se le acercó y automáticamente ella quiso llamar a la policía. Cuando el lobo se dio cuenta de lo que estaba haciendo, le arrebató el celular e intentó explicarle que él era bueno, que podía confiar en él y que no había nada que temer. Ella se tranquilizó, y le dio una oportunidad de explicarle por qué se le había acercado. Él le preguntó a dónde estaba yendo, ella le respondió que a la casa de su abuelita. Luego él le preguntó que si quedaba para el norte, a lo que Caperucita le dijo que no le daría tanta información, pero el lobo se justificó diciendo que si era para el norte estaba yendo por un camino muy largo y que debía ir por otro. Caperucita desconfiando, le dijo que por favor le diera su celular, y él se dio cuenta de que podía buscar por google el tiempo que tardaría en cada recorrido. Entonces, cambió la excusa: le contó que las flores eran mucho más lindas en el otro camino. Por lo que ella empezó a dudar. Le dijo que le echaría un vistazo al otro camino y si tenía flores más lindas se iría por ese.
El lobo la guio hasta el otro camino, y era verdad, el camino estaba lleno de flores de todos los colores y aromas. Ella no podía creer que ese fuera un camino peligroso, al contrario, parecía mil veces más seguro que el que ya conocía. Una parte de su conciencia le decía que fuera por el camino de siempre, y la otra parte le decía que no le tuviera miedo a lo desconocido, además, qué tan peligroso podía ser un lugar tan lindo, pensaba. Luego, de tantas dudas, se decidió. Le dijo al lobo que le devolviera su celular, y que se quedaría con el camino que él le había recomendado. Se separaron, el lobo volvió al camino en donde se habían encontrado y Caperucita Roja siguió el camino de las flores.
Mientras seguía el camino y se asombraba de las flores hermosas que había, se puso a reflexionar, se preguntó si verdaderamente los lobos eran tan malos como se decía, si había hecho bien en confiar en él o si había sido muy tonta e ingenua. Eran muchas las dudas que le habían quedado en la cabeza, pero escuchando música se pudo despejar y disfrutar un poco más el recorrido.
Luego de tanta caminata se dio cuenta de que estaba a punto de llegar, y gracias a lo hermoso que era, ya se había convencido de que ese era el camino que más le gustaba. Eso sí, había tardado mucho más, pero había valido la pena, pues había recogido un montón de flores.
Al fin, solo tenía que cruzar un arbusto y tendría a la vista la casa de su abuela. Estaba algo cansada, pero estaba muy orgullosa de la cantidad de bellas flores que había juntado en el camino. Estaba entusiasmada de mostrarle y regalarle las flores a su querida abuela.
Cuando cruzó el arbusto, Caperucita se encontró con una sorpresa. Al dirigir su vista a la casita, se encontró con que su abuela estaba hablando con dos policías, se asustó mucho y fue corriendo a preguntar qué había ocurrido. La abuela, antes de responderle le preguntó que dónde había estado, porque se había preocupado, y luego de que Caperucita la apurara para que le respondiera, la abuelita prosiguió. Le explicó que había visto un lobo algo cerca de su casa, llamó a la policía como su nieta le había enseñado, y llegaron en el momento justo, lo atraparon y por suerte nada sucedió. Caperucita Roja preguntó cómo era el lobo, y como estaba atrás de la casa dentro de una jaula, la acompañaron a verlo. Justo como lo sospechaba, era el lobo con el que se había encontrado, la había engañado para que ella fuera por el camino largo y ganar tiempo para atacar a su abuela.
En ese momento no solo se sintió enojada, sino que también se sintió culpable, se preguntaba cómo es que había sido tan torpe. Le contó su encuentro con el lobo y las malas decisiones que había tomado a su abuela. Ella la consoló y le dijo que si no hubiera sido por ella no hubiera sabido cómo llamar a la policía, y que además, ya no se iba a volver a equivocar ya que ya había visto la gravedad de su error.
Luego de esa experiencia, Caperucita Roja no volvió a ir por el camino largo. Tuvo muchas más tardes con su abuela, en las que de vez en cuando se acordaban de este evento algo desafortunado. Pero eso sí, solo como un recuerdo, una anécdota.
Sin título
Había una vez, tres hermanos chanchitos, que vivían juntos. Un lobo los quiso comer, pero los chanchitos ganaron. El tiempo pasó y los chanchitos tomaron caminos separados. Los tres tuvieron hijos; Benji, Lulu y Colby. Cada año se juntaban las familias (los tres cerdos, las tres esposas y los tres chanchitos) para compartir una comida, un festín, en donde compartían risas, llantos e historias.
Los niños sabían muy bien la historia del lobo, pero el tiempo ya había pasado y el mundo era muy diferente. Ahora no vivían en el campo, sino en una gran ciudad, donde los animales convivía en en paz (en realidad como cualquier gran ciudad, había unos cuantos malhechores que vivían en un pueblo más pobre y peligroso, pero veremos eso más adelante, recuérdenlo porque es importante). En esta ciudad había autos de todos los tamaños, comidas de todos los sabores y ciudadanos de todo tipo.
Los hermanos, (como dije al principio) se separaron para vivir sus vidas, uno, se fue a vivir al lado norte de la ciudad, se convirtió en arquitecto y conoció a una cerdita que se convertiría en su esposa y en la madre de su hijo varón, Benji, un cerdito muy valiente con mucha imaginación. El segundo se fue al lado sur de la ciudad, donde se convirtió en jefe de seguridad, y para que no se repitieran los desafortunados eventos del pasado, hizo muchos cambios que mejoraron la seguridad. Un día, tropezó con Lilith, una cerdita que se convirtió en su esposa y juntos tuvieron a la hermosa Lulu, una joven muy callada pero inteligente. El último hermano, que era médico, conoció a su esposa en la boda un amigo, y juntos dieron luz a Colby, un deportista excepcional.
¿Recuerdan ese pueblo pobre del principio?, les dije que era importante, en ese pueblo (que se encontraba cerca de la ciudad), habitaba el hambre, desempleo y tristeza. Allí habitaba gente que no podía pagar educación, no conseguían empleo, no conseguían dinero, no podían pagar educación para sus hijos…
Como hemos visto, el tiempo pasó muy rápido para los chanchitos que ahora son cerdos, pero el tiempo también para el gran lobo feroz, que tuvo un hijo, Baltazar. Baltazar era un niño malo, maleducado y violento y cuando cumplió los 13 años de edad, decidió ir por los hijos de los chanchitos que habían vencido vencieron a su padre. Él sabía de la ceremonia anual, y decidió ir a visitarlos. Creó un plan y lo llevó a cabo.
Como todos los años, se juntaron en una casa. Como todos los años, se saludaron con besos y abrazos. Como todos los años, comieron su festín. Pero como ningún año, Baltazar estaba allí disfrazado de bombero. Su plan era simple y difícil al mismo tiempo, lo llevó a cabo como se lo imaginó en su cabeza, primero bloqueó la puerta del departamento donde estaban, luego sonó la alarma de incendio (falsamente ya que todo estaba de maravilla, bueno, casi todo), llamó a los bomberos para explicar el “descuido de un niño pequeño”, a lo que los bomberos respondieron comprensivos, cuando la alarma dejó de tocar, todos los del edificio estaban evacuando, todos, menos la familia que no podía abrir la puerta. El lobo, disfrazado, subió una escalera hasta llegar a el piso 12, tocó la ventana como si fuera una puerta y habló con uno de los hermanos:
— Hola señor, tengo órdenes de evacuar a niños primero —
El padre, claramente, dudó pero decidió aceptar y los tres pequeños se deslizaron por la escalera.
— Hay 6 adultos, señor bombero — dijo angustiado
El lobo sonrió y dijo con una sonrisa malvada:
— Que mal —
El lobo llevó a los niños a una granja en el barrio pobre, no tuvo problemas para llegar porque los adultos, seguían atrapados. Los niños distinguían una sombra a lo lejos, era el lobo feroz, que los veía con desprecio. Esa noche, los chanchitos estaban atados, durmiendo, o al menos eso era lo que creían los lobos. Los tres estaban despiertos, en silencio, Benji trataba de descifrar su ubicación, Colby trataba de romper sus ataduras con una rama y Lulu, la más pequeña, estaba descifrando un plan para escapar. Ella fue la primera en hablar, diciendo que su celular estaba en el auto, y que si podía llegar a él, estarían a salvo. Lulu tenía un plan que si funcionaba, estarían salvados, y si fallaba, los llevaría a su perdición.
A la mañana siguiente, tuvieron la suerte de que llegara Baltazar sin la compañía de nadie. Para que el plan funcionara, Benji, tenía que hacerlo enojar, lo que logró. Baltazar, listo para darle una lección, cortó la cuerda, que fue un gran error porque los tres estaban atados con la misma cuerda, y cuando la cortó, Colby salió corriendo mientras la tiraba piedras que había recolectado la noche anterior. Mientras el lobo trataba de atrapar a los dos cerditos, Lulu salió disparada a el auto, donde le envió su ubicación a su padre. En cuestión de minutos, la policía estaba allí, y los lobos, no tenían opción más que rendirse.
Esta historia salió en la tele, en los diarios, en la radio y en todos los medios, pronto, todos conocían la historia de la familia de cerditos que vencieron a los lobos (dos veces y contando).
Hansel y Gretel con celular
Érase una vez dos hermanos muy unidos, llamados Hansel y Gretel.
Su papá se había vuelto a casar con una señora amargada y fría, que trataba muy mal a los pequeños.
La familia estaba en un nivel de pobreza a tal punto de no poder comer nada, los padres ya no sabían qué hacer, no tenían ni siquiera un trozo de pan. Hasta que una noche, a la madrastra se le ocurrió la horrible idea de abandonar a Hansel y a su hermana en el bosque, por supuesto el padre se negó completamente debido a que amaba a sus hijos.
A la mañana siguiente el papá, que era leñador, se fue a juntar maderas, mientras que su esposa aprovechó para llevar a los niños a “juntar frutas” y allí abandonarlos.
Lo único en lo que no pensó fue en que Gretel y su hermano la hayan escuchado la noche anterior y se hayan preparado para la ocasión.
A medida que avanzaban Hansel iba tirando unas pequeñas piedras brillantes, al rato él y su hermana no podían dar un paso más, se lo comunicaron a su madrastra, quien les dijo que se quedaran allí, pues iría a buscar frutas sola.
Al ver que su madrastra no regresaba y ya se estaba haciendo de noche, les entró mucho miedo al punto que Gretel empezara a llorar.
Luego de un rato se vio que la luna comenzaba a salir dejando iluminar todo, en ese momento lo recordó, recordó que había dejado caer piedras brillantes por todo el camino, ni bien las localizó le avisó a su hermana, juntos se emocionaron al pensar que regresarían con su padre, le contarían lo que la bruja de su esposa les hizo. Pero no fue así, al llegar a su casa, notaron que la señora se encontraba sola preparando la comida, cuando esta notó la presencia de los dos, se llevó un gran susto, cuando volvió a la normalidad, decidieron preguntar por su padre, a lo que ella respondió que se había quedado en la casa de un amigo, así que se quedarían un par de días con ella.
Al día siguiente Hansel y Gretel se levantaron por los gritos de su madrastra quien decía que vuelvan a buscar más frutas, debido a que cuando regresaron, regresaron con las manos vacías. Aquella señora había conseguido un poco de pan para darles a los antes nombrados.
Esta vez el pequeño no tuvo tiempo de agarrar las piedras ya que los estaba apurando, pero con el pan que les había dado, fue haciendo lo mismo que con las piedras, pero en lo que no había pensado era en que unos pájaros se podrían haber comido los trozos de pan.
En ese momento intentaron escapar del bosque y se fueron por otro lado, en ese camino encontraron un celular, allí pensaron en llamar al amigo de su padre para que los comunicara que con él. Evidentemente hicieron eso, llamaron al número que alguna vez su padre les dio en caso de emergencias, le contaron todo lo sucedido, en 15 minutos llegaron los dos adultos quienes no podían creer la situación, pero se llevaron a los dos hermanos a vivir a la casa del amigo de su papá, quien tiempo después se convirtió en su pareja, dejando sola a la bruja de la señora que últimamente cuidó de sus hijos. Y así vivieron los cuatro felices.
Fin.
Cuento clásico con celular
Había una vez una piba que quería mucho a su madre y a su abuela. Les ayudaba en todo lo que podía, sobre todo durante la cuarentena, y como era tan buena, el día de su cumpleaños la abuela le regaló una caperuza roja y una funda para su celular del mismo color. Como le gustaba tanto y llevaba las dos cosas a todas partes, todos la llamaban Caperucita roja.
Un día, la abuela de Caperucita, que vivía en el bosque, enfermó y la tuvieron que internar porque se infectó de COVID-19. Con esta triste noticia, la madre le pidió a Caperucita que le llevara una bolsa con medicamentos. Caperucita aceptó sin dudar, pero se fue llorando por la noticia.
– Por favor, tenė mucho cuidado Caperucita, no te olvides el celular y no te entretengas en el bosque. Llevá barbijo y mantenete a un metro de distancia de las personas, incluso de tu abuela.
– Sí mamá, no te pongas pesada.
La niña caminaba tranquilamente por el bosque con barbijo, alcohol en gel, papel higiénico y escuchando su playlist preferido. Cuando el lobo la vio, se acercó a ella y le habló medio a los gritos porque ella tenía los auriculares puestos.
– ¿Dónde vas Caperucita?
– A ver a mi abuelita que está enferma y llevarle esta bolsa con medicamentos.
– Yo también quería ir a verla pero lo malo es que me voy a contagiar, así que no te voy a poder acompañar. Yo que vos tampoco iría…
Tal vez algun dia de estos paso a verla, cuando mejore.
– ¡Dale!
Caperucita, que no le creyó nada, le mandó un mensaje a la abuela para advertirle que el lobo se le podía aparecer por su habitación, como la abuela solo le clavó el visto, decidió avisarle también al guardabosque.
Tal como se imaginó Caperucita, el malvado lobo llegó rápidamente al hospital y se metió por la ventana a la habitación de la pobre abuela.
– ¿Quién es?, preguntó la abuelita cuando escuchó un ruido.
– Soy yo, “Caperucita” – dijo el lobo.
– Qué bien hija mía. – Le dijo la abuela y escondió el celular en el bolsillo del pijama para que el lobo no se diera cuenta que Caperucita le había mandado un whatsapp.
El lobo sin perder tiempo, se abalanzó sobre la abuelita y se la comió de un bocado. Se puso su pijama y se metió en la cama a esperar a que llegara Caperucita.
La pequeña tuvo que convencer a los controles y explicarles que llevaba los remedios, porque le decian que debia volver a su casa por la cuarentena obligatoria.
Cuando al fin logró llegar al hospital, golpeó la puerta de la habitación.
– ¿Quién es?, contestó el lobo tratando de afinar su voz.
– Soy yo, Caperucita. ¡Traigo la bolsa con tus medicamentos!
– Qué bien hija mía. Pasa, pasa.
Antes de entrar, Caperucita pensó: ¡¡este lobo cree que soy tarada!!
– ¡Abuelita, qué ojos más grandes tenés!
– Sí, son para verte mejor!
– Abuelita, qué lindo celular que tenés?
– Si, para sacarte mejores fotos!
– ¡Abuelita, qué orejas tan grandes tenés!
– Claro, son para oírte mejor…
– Pero abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
– ¡¡Son para comerte mejor!!
– ¡¡¡Qué raro que tengas hambre si estas con COVID-19!!!
En cuanto el lobo escuchó Covid-19, se lanzó de la cama y salió corriendo espantado por el susto de haberse comido una persona con corona virus y al poco andar empezó a las arcadas y devolvió a la pobre abuela envuelta en su asquerosa baba.
Caperucita, que salió corriendo detrás de él, llegó al lugar junto con el guardabosque que llegó rápidamente porque la piba le había enviado la ubicación.
Por suerte la abuelita estaba bien y la regresaron al hospital para que se recupere. A Caperucita la llevaron a su casa, le contó a su madre lo ocurrido y comentaron juntas que menos mal que Caperucita llevó su celular y que tuvo el coraje de haberse enfrentado al lobo.
El asqueroso lobo se quedó solo con sus miedos y nunca más se atrevió a acercarse a Caperucita ni a otra persona.